viernes, 21 de mayo de 2021

Viejo barrio, barrio viejo

Lleva casi un año fuera ( de nuevo) de mi querido barrio, aunque estoy aquí al menos do veces en semana para apoyar  a mis, ya mayores padres... ayer esperando en la puerta de mi banco de siempre, me vino otra de mis tribulaciones mentales y mis certezas abrumadoras.
Al igual que mis padres, el barrio y sus gentes, han envejecido. Ves gentes , (que en principio, no te fijas, a no ser que sean conocidos), amigos que peinan canas, otros que no peinan nada en sus cabezas, por no tener o por no asearse. Unos que casual van al barrio, que les ha sentado bien la madurez que portamos, otros que parecen tan ancianos, como recordamos a nuestros abuelos a nuestra edad, como aquella pelicula de Woody Allen,  en el que el joven sven, es más viejo que el viejo sven.
Y no te fijas tanto, o le das menos importancia a los demás viandantes.
Y en eso clave mi mirada y mis pensamientos, los que eran gente que cruzabas y no padecias de por sí, ayer les vi ancianos, desechos y astados por su físico, la señora de aquel bloque, que hace 30 años estaba buenísima y nos traía locos con sus formas de vestir y maquillarse, ahora la ves con andar cansado pero bien arreglada y maquillada como en aquel entonces pero con más arrugas y los ojos tristes.
Como tristes y cansados son los ojos, de aquel que veías en la puerta del portal que te saludaba solo por vivir en el barrio, cerca de él y a base de cruces , arraigaba esa buena costumbre de saludar, ahora te saluda sentado en el banco, del parque aledaños, que aunque le suenas, no te ubica, pues en su cabeza se ha vivido demasiado y se le escapan cosas.
De los parados del parque, que aún siguen pero con más arrugas, con las mismas ganas de trabajar que nunca tuvieron.
El señor que te encontrabas en la tienda , antes de subir con su mujer para darse una vuelta, como pareja entrañable,, que corrían y se tomaban una cañita en verano en una terraza, ahora solo está él , que con su bastón o su garrota, apenas da un paseo por las dos calles cerca de su puerta, haciéndote notar la ausencia que su querida parte, ya partida un lugar mejor.
Y ya en esas, los que no ves desde hace tiempo, sobre todo con la pandemia u otras dolencias de sus gastados cuerpos, nos ha  arrebatado la negra dama una gran parte de esa vieja estampa de antaño y no nos dejará verles más gastados.
Los que nos faltan y que antes no hacías aprecio, hasta que le preguntas a tus padres que es de ellos y te dicen el terrible final.
Abruma realmente ver que tu infancia ha envejecido, está más lenta de reflejos y olvidadiza en su día a día, púes no sólo han sido los bloques de edificios, los árboles o que todo se ha teñido de gris asfalto... es ver a esos vecinos que portan sus penas,  sus enfermedades o sus pesares, con más fortaleza que algunos jóvenes, con la sonrisa que contrasta con lo que dicen sus ojos, gracias a cuidar nietos, o a sus chascarrillos de diario, sus formas de entrañable mayor que han sacado una generación como la que teníamos en nuestra infancia.
La setenta,  canillejas, el barrio aeropuerto, velilla o alovera... están en mi pensar de lonque cambia la vida cuando te hacer mayor.

1 comentario:

  1. Sencillamente genial tu escrito , me he identificado totalmente . Un abrazo

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